domingo, 14 de julio de 2013

Lima y sus Imaginarios Urbanos


Continuando con el tema la ciudad global, vamos a ver como los efectos de la globalización mundial han generado impactos en la construcción de las identidades urbanas en el caso de Lima metropolitana a lo largo de su historia.

Desde su fundación en 1535, la ciudad ha intentado construir su identidad a partir de los imaginarios urbanos occidentales que las distintas generaciones de limeños deseaban, coincidiendo muchas veces con épocas de bonanza o prosperidad económica. Sin embargo, estos procesos muchas veces no fueron completados, se interrumpieron o fueron mal interpretados por sus constructores, generándose una ciudad urbanísticamente fragmentada y desarticulada. Esto, sumando a la negación constante del pasado prehispánico de Lima, en la cual se consideraba que la historia de la misma empezaba con su fundación española, dándose una ruptura en la continuidad del proceso histórico y cultural de la metrópoli, algo que muchos arquitectos como Juan Gunther y Santiago Agurto han criticado, rescribiendo ambos la historia de la ciudad, incluyendo lo prehispánico como parte de nuestro proceso urbano a lo largo del tiempo. Una prueba de esta oposición, consiente o inconsciente, por el pasado precolombino, es la demolición hace unos días de una edificación del siglo III a.c. al norte de Lima, que pertenecía al conjunto monumental El Paraíso, complejo en U que tuvo las funciones de templo y fue uno de las primeras construcciones de su tipo en la costa central. La destrucción fue realizada por una inmobiliaria que pretendía ocupar espacios para edificar edificios de vivienda de manera ilegal. ¿Que mueve a la gente a destruir el patrimonio monumental de nuestra ciudad? Ignorancia, olvido, egoísmo, falta de identidad, o codicia de algunos ciudadanos, pueden ser las respuestas a esa pregunta.

Complejo el Paraíso. Google Earth

La construcción de las identidades en las culturas prehispánicas de Lima se fue gestando a través de los siglos y en la cual, tanto el contexto geográfico como la historia influyeron notablemente en el desarrollo de las mismas. Muchas de estas se formaron producto de las sucesivas migraciones y colonizaciones de pueblos que venían de otros lugares y que trajeron sus costumbres y ritos propios adaptándose al lugar, cada uno forjo una identidad propia con sus respectivas características culturales y sociales, cosa que se manifestó tanto en la arquitectura; con los templos en U del las etapas mas tempranas, los grandes complejos piramidales de Maranga y Pucllana, con el uso del adobito como material constructivo o los centros administrativos de organización ortogonal como Cajamarquilla, construidos a base de grandes adobones; como en la organización territorial, de tal forma que cada cultura organizó el territorio de manera diferente, aunque existió siempre un patrón en común, asociado a una o varias centralidades principales, generalmente un complejo ceremonial o administrativo ubicado en un punto estratégico del valle, y hacia los límites del cono de deyección del mismo, se ubicaron las diferentes poblaciones sobre las laderas de los cerros, sin ocupar el suelo agrícola e interconectados por un sistema de caminos hacia las principales centralidades, esto estaba acompañado de una red de canales que a través de los siglos fueron expandiendo la frontera agrícola, muchos de los cuales son usados hasta el día de hoy como sistema de regadío para parques o son desagües de la ciudad. Esta estructura urbana rural se fue ampliando y modificando a través de los siglos. Las culturas mas tardías como los Waris, los Ichma y posteriormente los Incas, usaban los templos de origen más temprano como cementerios. En algunos casos, se modificaron algunas estructuras más antiguas como el caso de Cajamarquilla o se desarrollaron ampliaciones como los casos de Maranga y Pachacamac.

Complejo de Pachacamac. Google Earth
Pachacamac. El Templo del Sol. Foto Enrique Cortes

Para la llegada de los españoles, la imagen paisajística de la cuenca de Lima era la de un valle frondoso como un oasis, rodeado de un sistema de montañas sin vegetación y grandes desiertos, parecido al los paisajes bíblicos de Egipto y Palestina o el norte del África, con elementos geográficos propios del lugar como el rio Rímac, conocido como el “hablador” y cerros sagrados como el San Cristóbal, los morros costeros y las islas del Callao. Con un sistema de estructuras piramidales de adobe o piedra que en muchos casos se mimetizaban con el paisaje. Es probable que los españoles asociaran este contexto al de medio oriente y estas pirámides a la de las mezquitas musulmanas (habría que hacer un estudio más profundo del porque los españoles nombraban así a las construcciones prehispánicas).


Las Montañas del Sinai. Wikipedia
El Aeropuerto Limatambo y el paisaje de Lima al fondo en 1943.
Cinabrio.over-blog.es

Urbanísticamente, la introducción de occidente en el territorio limeño se da con la fundación de la ciudad española sobre el centro administrativo ceremonial del cacique Taulishusco, implementándose el tejido en damero como primer plan urbanizador. Los españoles trajeron de Europa un modelo hibrido de ciudad renacentista y bastida franco – española, heredera de la ciudad colonial romana. Para la monarquía española, este prototipo formaba parte del imaginario urbano de la época a aplicarse en la tierras del nuevo mundo descubierto, espacio virgen para la construcción del proyecto de una sociedad nueva, inspirada en la utopía de Tomas Moro, ideal que estaba lejos de ser real. Sin embargo, los conquistadores que aplicaron a rajatabla este paradigma en el territorio limeño, siguiendo ordenanzas reales de 1526, tenían otra visión urbana completamente distinta, considerando que mucho de estos personajes venían del medio rural español y por ende su visión de ciudad era más relacionada a los pueblos rurales de las mesetas castellanas y extremeñas. De esta forma, la imagen urbana que se desarrollo en Lima en sus primeros 10 años de vida fue la mescla de la trama urbana en damero oficial con una imagen de pueblito español o andino. Era una parcelación semi rustica de lotes regulares de 2500 m2, con una vivienda pequeña de techos planos y diseño muy sencillo ubicado generalmente en las esquinas (puerta en medio y dos ventanales como fachada más un zaguán con dos habitaciones conjuntas) con un gran espacio agrícola dentro del lote para cultivos y arboles (imagínense una visión como la de Cieneguilla hoy en día mesclado con un pueblito de la sierra), con muros de tapial que rodeaban los grandes lotes y calles de tierra con acequias para el abastecimiento de agua, era una ciudad difusa y en proceso de consolidación. Las pocas iglesias que existían eran de diseño muy simple, probablemente con torres tipo espadaña muy característico de las iglesias rurales españolas de estilo románico (como la iglesia de San Lázaro en Arequipa). Por otro lado, el estilo de vida en Lima en esos primeros años era muy duro; las guerras civiles y las revueltas indígenas hacían que la ciudad estuviera en constante alerta y los pocos habitantes tenían que estar preparados para la lucha armada.


Ciudad romana. Colonia Ulpia Traiana.LVR
El damero fundacional de Lima. Lima 1K

Con la finalización de las guerras civiles y la consolidación del Virreinato Peruano, Lima empieza a cambiar de imagen. El objetivo del proyecto monárquico de Felipe II y sus sucesores de la dinastía Austriaca, era el de formar un imperio absolutista y Católico, una luz de cristiandad en todo el mundo conocido. Eso se vió reflejado en la imagen urbana de las ciudades coloniales, especialmente en Lima, donde la vida diaria giraba en torno a las actividades económicas agrícolas - comericiales y al ritual cristiano católico; el imaginario urbano de la sociedad limeña de entonces estaba asociado a la corte de Madrid, Sevilla y Roma, con sus grandes conventos e iglesias. Así, Lima pasó a llamarse la ciudad convento para el siglo XVII, por la enorme cantidad de estas edificaciones, que definían junto con las torres del las iglesias el perfil urbano de la época, los lotes semi rústicos del siglo anterior se subdividen y se densifican en grandes casonas con los típicos balcones andaluces, creando una imagen urbana parecida  a las ciudades musulmanas de Marruecos o las ciudades andaluzas. Las plazas eran espacios de mucho bullicio donde se daban todas las actividades de la ciudad (la plaza de armas era el mercado, lugar para corrida de toros, espacio para procesiones, autos de fe y fiestas populares). Se construye la Alameda de los Descalzos para el paseo de los ciudadanos a imitación de la Alameda de Hércules en Sevilla a inicios del siglo XVII. A diferencia de esta última, la versión peruana estaba rodeada de conventos y ubicada en los extramuros. Finalmente, la construcción de la muralla define una barrera muy fuerte entre la ciudad y el campo que limita el crecimiento de la Lima por los próximos siglos.

Manchita. Extremadura. España. Foto Enrique Cortes
Reconstruccion hipotetica de la Plaza de Armas de Lima hacia 1540. 
Se visualiza la primera Catedral al fondo. Dibujo Enrique Cortes

Esta imagen de ciudad empieza a cambiar con el advenimiento de la dinastía borbónica a principios del siglo XVIII. Según los estudios de Ramon Jofre e Isac Sáenz, las reformas urbanas de los borbones ordenaban los espacios públicos siguiendo los lineamientos del clasismo francés, trasladando los antiguos  usos y actividades que se daban en las plazas hacia otras espacios (el mercado y la inquisición pasan a desarrollarse a la actual plaza del congreso, las festividades de toros a la plaza de Acho ubicada en el Rímac), se construyen nuevos paseos como el de aguas y el de Piedra Liza o palacetes de estilo francés como el de la Perricholi, todos ubicados en el Rímac. Sin embargo, estos cambios no son tan radicales y el perfil urbano sigue siendo el mismo que el del siglo anterior, a pesar de los graves daños que causó el terremoto de 1746 en Lima.

La Pradera de San Isidro. Cuadro de Francisco de Goya 
sobre el Madrid del Siglo XVIII. Arte de Madrid
Acuarela de Lima a finales del siglo XVIII. Letras Históricas

Con el advenimiento de la Republica en el siglo XIX, la imagen urbana de la ciudad sigue siendo la misma, las clases dirigentes de la época estaban más preocupadas por las guerras civiles entre los caudillos militares que concibieron la independencia en 1821. Cuando los conflictos terminaron, hacia 1845, se inicia un proceso de relativa estabilidad política y social en el País, situación que mejoró económicamente con el llamado boom del guano. Esto hiso que empezara a surgir una nueva burguesía civil dedicada a la extracción de esa materia prima, en contraposición a las clases dirigentes políticas, que en su mayoría eran militares veteranos de la guerras civiles. A pesar de la crisis surgida tras el conflicto contra España, la nueva burguesía siguió consolidándose, aspirando a un modelo de vida cuya imagen era la de Inglaterra o Francia, las potencias occidentales dominantes en ese entonces. El imaginario urbano de la sociedad limeña de aquel entonces era la del Paris Haussmanniano como paradigma de orden, cultura y civilización, siguiendo las corrientes higienistas de la época. Así, empiezan a surgir los primeros equipamientos urbanos para un saneamiento y mejora de la vida urbana, como la redes de ferrocarriles suburbanos y sus respectivas estaciones, el nuevo edificio del Mercado Central, el Panóptico o Penitenciaria (actual centro cívico), el Hospital dos de Mayo y el Camal General. Por otro lado, se limpian las acequias, a fin de evitar los miasmas, que consistían en las emanaciones fétidas de suelos y aguas contaminadas que trasmitían enfermedades.

Los Campos Eliseos de Paris en 1900. Wikipedia
Avenida Alfonso Ugarte en los años 40. Del campe.net

El proyecto Republicano de la ciudad Neo barroca Limeña llega a su clímax con la llegada del general José Balta al poder, dando inicio a una de las mayores reformas urbanas en la historia de la ciudad, con la constitución del Plan Regulador de Lima de 1872 (el segundo después del plan fundacional de 1535), realizado por Luis Sada y Enrique Meiggs. Este proyecto fue inspirado tanto en las reformas Parisinas de Haussmann como del Plan de Ensanche de Barcelona realizado por Idelfonso Cerda. Este, constituyó un nuevo ordenamiento de la estructura urbana, por lo cual se derriban las antiguas murallas coloniales y se proyectaron grandes bulevares de circunvalación (Avenidas Grau y Alfonso Ugarte), con una plaza circular que conmemoraba las glorias de la guerra con España (plaza Dos de Mayo) que seguía el modelo parisino de la plaza de la estrella; un proyecto de ensanche (barrios de la victoria y breña) y un gran parque, a semejanza de los bosques parisinos e ingleses (Jardines de la exposición). Sin embargo, la implementación de este proyecto se realizó de manera parcial, ya que la guerra con chile truncó la culminación del mismo. La décadas siguientes posteriores a la guerra, se continuó con el desarrollo del plan pero de manera muy fragmentada, con muchos cambios en el desarrollo del mismo y con la apertura de nuevas vías y plazas que si bien continuaban con la influencia Parisina de Hausmman, no respetaron en parte el plan original de Luis Sada (como el surgimiento de la plaza Bolognesi, el Paseo Colon y La Avenida Nicolás de Piérola). La última intervención urbana que tubo influencia neo barroca francesa fue la plaza San Martin, construida en 1921 para conmemorar el primer centenario de la Independencia Peruana y que tuvo como probable inspiración la Plaza Vendome en Paris, con su diseño de espacio regular cortado por la mitad por una vía que la atraviesa.

Suburbio de Los Angeles en los años 20. The Card and the Elephant
El distrito de San Isidro a finales de los años 40. La Lima que se fue

Con el advenimiento de los Estados Unidos como potencia mundial, su influencia cultural y social empieza a ser trasmitida a todo el orbe, desplazando a la cultura inglesa y francesa dominante. Así, a partir de 1920, el dominio de esta nación en la cultura y la economía Peruana era evidente. La sociedad Limeña de la época, conformada por una nueva burguesía que se enriqueció de los minerales exportados a Europa durante la primera guerra mundial, tienen como imaginario ideal las ciudad americana de grandes rascacielos y suburbios tipo jardín con chalets de baja densidad, con el uso del automóvil como principal vehículo de desplazamiento urbano. De esta forma, la influencia del urbanismo californiano fue muy fuerte, teniendo a Los Ángeles como referente importante para las próximas décadas. De esta forma, la imagen urbana de Lima para finales de los años 40 era la de una enorme ciudad jardín con casitas de estilos neoclásicos y grandes jardines arbolados y pequeños parques urbanos, con un centro histórico que empieza a dejar su pasado colonial y republicano para convertirse en un espacio financiero de negocios y comercio con edificios a imitación del Manhattan Neoyorquino. Paralelamente a este proceso, también se dio las influencias de Le Corbusier y el movimiento Moderno en el urbanismo limeño, que se plasmó en el plan regulador de 1948, en donde se pretendía desarrollar un proyecto de edificios prisma para oficinas en el centro histórico a semejanza del plan Voisin de Paris, proyecto que nunca llego a realizarse.

La Autopista 110 y el Dowtown de Los Angeles al fondo. Flick
La Vía Expresa de Lima y el Centro Histórico al fondo. Skyscrapercity

Para los años 50 y 60, la imagen de ciudad americana se consolida en el perfil urbano Limeño. Surgen nuevos referentes como los de Miami que sirven de inspiración, por ejemplo para la construcción de multifamiliares en el borde costero de Miraflores; o el desarrollo de nuevas urbanizaciones jardín en las periferias urbanas (como Casuarinas en Surco, a imitación de Beverly Hills); La construcción de autopistas como la vía expresa teniendo como referente las Free Ways americanas (con la diferencia de que estas últimas eran del tipo viaducto y la vía expresa era un zanjón); y el surgimiento de San Isidro como centro de negocios durante los años 70 y 80, con sus torres  de oficinas. Esta construcción del imaginario urbano se da en paralelo al desarrollo tanto de conjuntos habitacionales para vivienda social inspirados en el urbanismo Moderno (como el caso de la Unidad Vecinal Nª3 o San Felipe), con sus bloques abiertos de edificios y las New Towns Inglesas (como las urbanizaciones Túpac Amaru y Próceres), como el desarrollo desde los años 30 de un nuevo patrón urbano de asentamiento que se termino consolidando en las ciudad en las próximas décadas, el de las barriadas o pueblos jóvenes, donde habitaban los migrantes que llegaban de las empobrecidas provincias a la capital en busca de oportunidades y que se ubicaban en la periferias de los cerros y zonas desérticas cercanas a Lima, generando un sistema asentamientos a la manera de un rosario que rodeaban a la ciudad burguesa. La gente de provincia trajo sus estilos urbanísticos y arquitectónicos desde los lugares de origen, introduciendo en muchos casos la típica plaza de armas y el damero español en los lugares topografía plana. En otros casos, los ciudadanos de estos barrios imitaban los estilos arquitectónicos de las clases pudientes, esto generó una imagen urbana muy ecléctica y variada donde predomina la arquitectura que muchos consideran como “chicha”, aunque este estilo podríamos definirlo más como una especie de posmodernismo andino en la búsqueda de una identidad arquitectónica.

La crisis social y economía del país en la década del 80, reflejada en el terrorismo y la inseguridad ciudadana, hace que la ciudad jardín, de inspiración nórdica y americana, se empiece a transformar en una ciudad cuartel, con la cercado de muros y rejas en los jardines y retiros de los chalets, para finalmente ocupar las calles, generando el cierre de muchas urbanizaciones como parte de un proceso de condomización; situación que se mantiene hasta el día hoy. Paralelamente, la liberación de la economía peruana en la década del 90, trae consigo el modelo de ciudad neo liberal posmoderna, con referentes de las metrópolis americanas contemporáneas y las ciudades del sudeste asiático y china; donde surgen por un lado fenómenos urbanos como el de la Avenida la Marina a semejanza de las Vegas, con sus casinos y luces de neón; o los paneles publicitarios gigantescos en las principales avenidas que contaminan el perfil urbano para satisfacer el consumismo de la gente; los grandes malls y tiendas por departamento que remplazan a las antiguas plazas; y finalmente, un boom inmobiliario que ha convertido la idílica ciudad jardín en un caótico continuo urbano de edificios multifamiliares; en donde la urbanización de baja densidad se transforma en barrios con edificios para vivienda, demoliendo muchos de los chalets originales. Este fenómeno es producto del gran centralismo que se ha dado en Lima, el gran déficit de vivienda para las clases emergentes y medias que van empezando a surgir, y la falta de espacio y terrenos que la ciudad necesita para seguir creciendo, lo que ha obligado a muchas inmobiliarias a ocupar y demoler antiguos solares donde el mercado del suelo es apetitoso por las condiciones geográficas y de accesibilidad para construir multifamiliares. Este fenómeno de crecimiento no responde a un plan urbano definido, tampoco a un modelo o imaginario urbano referencial, si no simplemente al instinto consumista de suelo por parte de las inmobiliarias que satisfacen tanto sus deseos de ganancia monetaria, como la de una demanda cada vez más grande de ciudadanos que optan por la vivienda propia. Esto ha traído como consecuencia la creación de una imagen urbana caótica con un perfil discontinuo y desordenado, donde escasean los espacios públicos, y en la que ha aumentado el parque automotor, con problemas en la distribución de Agua, Desagüe y contaminación acústica y visual; poniendo muchas veces en peligro tanto el patrimonio arqueológico prehispánico, colonial y republicano (como el ya conocido caso de las huacas) como el medio ambiente, construyendo en zonas de alto riesgo sísmico y ambiental, como los Cerros de Camacho en Santiago de Surco, o los acantilados de la Costa Verde en Barranco.

La Huaca Huallamarca y la Lima Posmoderna al fondo.
Skyscrapercity

La secuencia de imaginarios que de manera casi cinematográfica han construido el perfil urbano de Lima, influenciado en muchos casos por los modelos globalizadores occidentales y por las culturas locales, ha definido una ciudad ecléctica, híbrida, fragmentada y mestiza. Podemos ver así un pequeño París en el Paseo Colon y la Plaza de dos de mayo, un poco de Nueva York en la zona financiera del centro histórico, un pedazo de ciudad musulmana en Barrios Altos y algunas zonas del centro, un poco de Los Ángeles en el nuevo centro financiero de San Isidro y en barrios como Casuarinas y la Molina o semejanzas con Miami, Cannes o Niza en borde costero de Miraflores, o rincón de China en la calle Capón. A eso hay que agregar la gran cantidad de estructuras y ruinas prehispánicas que como islas están diseminados sobre una alfombra de edificios y casas, dándole un toque particular a la ciudad.

La otra cara de Lima. Manchay. Foto Enrique Cortes

Finalmente, están las barriadas y asentamientos humanos, con sus edificaciones coloridas, híbridas y eclécticas, llenas de avisos ubicados en sitios ya consolidados que determinan un perfil urbano muy peculiar; o la sabana de pequeñas cabañas de esteras y madera que se mimetizan con el desierto costero; sin agua, ni desagüe, ni luz; y en la que habitan los nuevos limeños, colonizadores que buscan un porvenir mejor.

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