lunes, 21 de diciembre de 2015

La Ciudad en la Pintura Europea. Desde la Antigüedad hasta el siglo XVIII


Para este mes de Diciembre y como una forma de culminar este año 2015, he querido darle un espacio a la pintura, actividad a la que me estoy dedicando desde hace ya algún tiempo, por lo que me he visto obligado a escribir un artículo sobre este tema, pero siempre relacionándolo con la ciudad y el urbanismo. De esta manera, voy a tratar de explicar cómo se representó la imagen de la ciudad europea en la pintura a lo largo de los siglos dentro del género del paisaje, tanto en su evolución gráfica y estilística, como también en su significación simbólica, reflejo de los ideales sociales que se daban en cada periodo de la historia.

Durante siglos y antes de que apareciera la fotografía en el siglo XIX, El paisaje fue uno de los temas favoritos de muchos pintores europeos, rescatando la belleza de la naturaleza y de sus elementos, como árboles, campos, montañas y ríos. A su vez, también se representaron elementos artificiales como casas, poblados y villas, definidos como componentes aislados, pero no poco importantes dentro de los paisajes campestres. Estas imágenes, muchas veces idealizadas y con significados religiosos y sociales, empezaron a graficarse en los murales de las villas y casas urbanas romanas del siglo I d.c., especialmente en Pompeya, donde se dibujaban templos y villas mimetizados en un paisaje rural. Estas pinturas, formaban parte de una composición más compleja dentro de los murales, que incluían en algunos casos, dibujos que representan columnas, entablamentos, nichos y ventanas, y en otros una simple decoración modular, aunque algunas veces se mesclaban ambos estilos. Esto generaba una serie de sensaciones como profundidad en los elementos graficados, cuyos efectos eran el resultado de la aplicación de técnicas muy parecidas a la perspectiva. Esta forma de pintura mural se le conoció como estilos Pompeyanos (1), que definieron el arte pictórico romano entre los siglos II a.C. al I d.C. Si bien las representaciones paisajísticas eran bastantes simples, en algunos casos se ha podido encontrar frescos más complejos parecidos a lo que podríamos llamar un paisaje urbano, como el caso de la pintura encontrada en el baño de la villa Boscoreale, ubicada en la región de Campania al sur de Nápoles, cuya composición tiene en un primer plano la entrada a una casa y al fondo una serie de edificios, torres y templos ubicados de manera desordenada y compacta hacia la izquierda del cuadro. Existen otros frescos parecidos en el Museo Nacional de Nápoles, en la cual se visualizan imágenes de puertos o una vista del anfiteatro de Pompeya con su contexto urbano (tal vez una de las pocas representaciones graficas de un lugar real).

Paisaje urbano de la villa Boscorone.
Foto Alethe en Wikipedia
Fresco del anfiteatro de Pompeya.
Museo Nacional de Napoles.
Foto WolfgangRieger en Wikipedia

Durante la edad media cristiana, el uso del paisaje en la pintura es poco utilizada o casi inexistente, visualizándose como parte de un todo en donde la representación religiosa de Cristo, la Virgen María y algunos santos son los elementos más importantes de la composición. Sin embargo, en el siglo XIII, el paisaje natural y sobre todo el urbano empieza adquirir cierta importancia, con la introducción de una gráfica más realista y definida; uno de los primeros representantes de este género es Giotto di Bondone, artista italiano nacido en la región de Florencia, considerado uno de los iniciadores del llamado prerrenacimiento y que utilizó en muchas de sus pinturas el paisaje urbano (probablemente uno de los primeros en su tiempo); una de sus obras es la “Expulsión de los diablos de Arezzo”, cuadro que forma parte de una serie sobre la vida de San Francisco de Asís,  en ella se visualiza al santo fuera de las murallas de Arezzo, expulsando a los demonios que van volando por los aires, la villa mencionada se representa con torres de viviendas e iglesias, rodeadas de una gran muralla, graficadas de manera compacta y con un perfil desordenado, mostrando una visión real del la ciudad del medioevo, curiosamente a la izquierda, se grafica una gran iglesia, probablemente la catedral o la iglesia de San Francisco de Arezzo.

El Giotto. La Expulsion de los Diablos de Arezzo. Wikipedia

La representación pictórica de la ciudad medieval se produce justo en una época en que esta renace como el nuevo espacio de desarrollo social y económico de la Baja Edad Media, y que coincide también con el surgimiento de una sociedad burguesa dedicada a la actividad comercial y de servicios, distinto al ambiente rural y feudal de la alta edad media. La aparición de lo urbano y su importancia dentro de la sociedad europea de aquel entonces se ve reflejado en la pintura de uno de los grandes artistas italianos del siglo XIV, Ambrogio Lorenzetti, pintor de la escuela de Siena, en cuyos cuadros representa un paisaje urbano con una orientación más civil y social, abandonando el tema religioso, como los frescos que pintó en el Ayuntamiento de Siena, en la que muestra una serie de alegorías relacionadas con el buen y el mal gobierno tanto en la ciudad como en el campo; uno de esos cuadros, “Consecuencias del Buen Gobierno en la Ciudad”, gráfica claramente una típica villa medieval en toda su magnitud, y en la cual se visualiza dentro de la composición, un perfil urbano desordenado pero compacto de viviendas con comercios, calle sinuosas y grandes torres con balcones; sin embargo, en un primer plano se nota una calle principal donde se da una escena urbana bastante intensa, viva y muy costumbrista, gente comprando en las tiendas, caminando y conversando, algunos ciudadanos bailando, otros van montando a caballo, en fin, una imagen que refleja una sociedad ideal urbana, en donde el bien común y la idea de comunidad son los elementos principales para que esta tenga éxito.

Ambrogio Lorenzetti.
Consecuencias del Buen Gobierno de la Ciudad.
Instituto cultural Google

Con el Renacimiento, la pintura urbana tomó bastante importancia, sobre todo a partir de la utilización de la perspectiva como técnica fundamental en el diseño de la composición del paisaje, tratando de representar las utopías políticas, sociales y urbanas que se estaban manifestando en ese momento. Esta situación se origina a partir de la importancia que se le dio al hombre a finales del siglo XV como centro de la sociedad y al ciudadano como elemento fundamental de la vida urbana, lo que llevo a desarrollar nuevas teorías sobre planificación, rescatando los tratados de Vitrubio hacia la conformación de un modelo ideal de ciudad, en el cual el orden y la visual hacia una plaza, monumento o edificio destacado era lo más importante dentro de la composición. Un cuadro que representa claramente este tipo de paisaje urbano es “Ciudad Ideal”, fresco ubicado en la galería Nacional de las Marcas del Palacio Ducal de Urbino en Italia, y que es atribuido a varios pintores renacentistas del Quattrocento, como Piero della Francesca o Botticelli. Sin embargo, uno de los artistas que retrata este modelo de paisaje urbano idealizado es Piero di Cristoforo, apodado el Perugino, que en su obra “Entrega de las Llaves de San Pedro” ubicada en la Capilla Sixtina del Vaticano, grafica una serie de edificaciones que consisten en un templete octogonal en el medio y dos arcos triunfales a los costados, colocados de manera bastante simétrica y perfecta, delante de estos edificios se visualiza una gran plaza en la que se dan una serie de hechos relacionados con la historia de cristo, hacia el fondo y acompañado a los edificios descritos, se ubican un conjunto de elementos naturales como colinas, montañas y bosques, cuya coloración de azules y verdes en degrade le dan un efecto de profundidad al cuadro.

Ciudad Ideal. Wikipedia
Pietro Perugino. Entrega de las Llaves a San Pedro. Wikipedia

Durante el Manierismo, a principio del siglo XVII, la pintura del paisaje urbano continuó, en muchos casos se siguió usando los fondos arquitectónicos y urbanos de manera simétrica. Esto lo podemos ver en las obras del pintor francés Antoine Caron, en cuyas pinturas resaltan como fondos los paisajes urbanos de una Roma idealizada como escenografía para los temas históricos de la antigüedad clásica, como “Masacre del Triunvirato” donde se ve claramente el Coliseo seccionado como elemento principal del escenario, los dos arcos del triunfo a los costados, al igual que en la obra de Perugino, pero mirándose frente a frente, y una serie de edificios alrededor de la gran plaza donde se da la tragedia, como una gran escena de teatro, al fondo del coliseo y en simetría con este, se visualiza el Panteón de Agripa, acompañado de un gran obelisco, y hacia la izquierda, se ve el rio Tíber con el castillo de San Ángelo al fondo. A pesar de que se le considera manierista, Antoine Caron es probablemente uno de los iniciadores del clasicismo francés, debido a las referencias que hace en sus pinturas sobre la historia y la arquitectura de la Antigua Roma.

Antoine Caron. Masacre del Triunvirato.
The York Proyect en Wikipedia

Paralelamente a lo que se estaba dando en Francia e Italia, en España, un pintor que rompe con los modelos renacentistas es el Greco. Su obra, se caracteriza por un estilo muy particular, libre y a la vez complejo; definido por un eclecticismo que se construye a partir de la influencia de varias escuelas pictóricas bizantinas e italianas, en la que alarga los elementos de la composición. Un ejemplo de esto lo tenemos en “Vista de Toledo”, en la cual observamos una imagen un poco deformada de la ciudad española, y en la que se pueden apreciar los principales edificios como el Alcazar y la Catedral, así como una parte del rio Tajo, la montaña donde se asienta la ciudad, elementos de la naturaleza como arboles alargados, y un cielo de nubes cargadas como si fuera a llover; la utilización de colores fríos y la forma como pinto las nubes, con grandes manchas oscuras, le dan al cuadro un aire triste y tétrico. La técnica pictórica utilizada en el cuadro, nos hace recordar más la pintura impresionista de finales del XIX, por lo cual podríamos decir que fue un artista que se adelantó a su tiempo.

El Greco. Vista de Toledo. Wikipedia

En la Época Barroca, las manifestaciones pictóricas de los paisajes urbanos se dan sobre todo en la pintura holandesa del siglo XVII, cuya grafica se caracteriza por trasmitir una visión real, típica y casi fotográfica de la imagen urbana, como el cuadro de Johannes Vermeer “Vista de Delft”, en la que se puede ver un paisaje bastante detallado y proporcionado de la ciudad, teniendo como primer plano el canal que rodea la villa, y más atrás las casas con sus techos rojos de ladrillos, así como las torres de las principales iglesias. Lo realista del cuadro en mención no es solamente como está definida la composición si no los efectos que tiene, como el reflejo de la ciudad sobre el agua, los detalles arquitectónicos de algunos edificios y las sombras y juegos de luz que se muestran sobre todo en la torre de la catedral y los edificios ubicados a la derecha del cuadro.

Johannes Vermeer. Vista de Delft. Mauritshuis

Paralelamente al Barraco, la pintura del Clasicismo se impone en el sur de Europa, sobre todo en Francia e Italia. Heredera del Renacimiento, este estilo rescata el arte de la antigüedad clásica, orientando la gráfica de los paisajes urbanos a recrear ciudades romanas idealizadas mimetizadas con grandes áreas rurales recreando escenas religiosas o mitológicas; un ejemplo de esto lo vemos en la pintura de Claudio di Lorena, pintor francés radicado en Roma y en cuya obra podemos ver además, vistas de antiguas ruinas romanas; esto se refleja en su obra “El Campo Vaccino”, en la cual se puede observar en primer plano, el campo que fue en otro tiempo el antiguo foro romano, acompañan además en la escena los restos del templo de Saturno a la mano derecha y el arco del emperador Séptimo Severo a la izquierda, y como fondo las ruinas del coliseo; curiosamente esta es una de las pocas obras de Lorena que muestra una vista real de la Roma del siglo XVII, no solamente por el estado en que se encontraban las ruinas en ese momento, si no por el uso al que se le daba a ese espacio, que por aquel entonces era un lugar para el pastoreo de ganado y la realización de ferias (2)

Claudio di Lorena. Campo Vaccino. Wikipedia

Paralelamente al Clasicismo, se desarrolló una sub corriente pictórica especializada solamente en el paisaje urbano, se le conoció como Vedutismo, o Vedutta, género que se origina en Venecia y que tenía como característica crear imágenes panorámicas de aquella ciudad, usando la perspectiva como técnica fundamental. En ellas, se grafican una serie de elementos arquitectónicos y paisajísticos, como los canales, las barcazas, los muelles, la Plaza de San Marcos y el Palacio Ducal, entre otros sitios importantes, dibujados de manera detallada y minuciosa, a manera de postales. Representantes de este género fueron Luca Carlevarijs y Giovanni Antonio Canal o Canaletto. Este último, tuvo una temporada en Londres donde también pinto una serie de paisajes urbanos de la mencionada ciudad, como el “Puente de Westminster desde el Norte el día de Lord Mayor”. Este estilo fue continuado por el sobrino de Canaletto, Bernado Belotto, quien llevo la Vedutta a toda Europa, pintado los paisajes urbanos de varias ciudades Europeas, como Varsovia, Viena y Dresde, retratando de marera casi fotográfica y precisa, la imagen urbana de la ciudad europea del siglo XVIII.

El Canaletto. Vedutta del Palacio Ducal de Venecia.
Foto Giovanni Badoer en Wikipedia
El Canaletto.
El Puente de Westminster con la Procesión del Lord Mayor.
Instituto Cultural Google

Una derivación de la Vedutta fue el Capricho, cuya característica principal era graficar de manera desordenada y arbitraria elementos arquitectónicos imaginarios mezclándolos con edificaciones reales, como por ejemplo las ruinas y vestigios arqueológicos romanos; ejemplo de esto lo vemos en las obras de Giovanni Battista Piranesi, arqueólogo y grabador italiano, cuyo trabajo se centró en representar las principales edificaciones y ruinas de Roma, o recrear imaginariamente catacumbas y cárceles de manera compleja y casi laberíntica, generando una sensación de misterio y terror, algo que influyo en muchos géneros artísticos de los periodos posteriores, como el romanticismo y el surrealismo. 

Fuentes:
(1) De los cuatros estilos de la pintura romana, los tres últimos introducen la pintura del paisaje dentro de la composición decorativa de los muros, e incluyen en algunos casos temas urbanos.
(2) Bianchi Bandinelli, Ranuccio. “Introducción a la Arqueología”. Editorial Akal. 1992. Pag. 111

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