jueves, 4 de abril de 2013

Local Solydes. Un intento metodológico

                                                                      Arq. Juan Tokechi Gusukuda Shirota

La ciudad que es una invención humana, que creció y significó la “maravilla” del siglo XX sufre hoy de permanentes crisis, desde su propia identidad y mas por las inequidades y desencuentros de sus comunidades.

“La sociabilidad, siendo una especie de meta – concepto, como espacio y tiempo, la sociabilidad es prioritaria a cualquier experiencia humana en el sentido que no puede haber ninguna negociación con el comportamiento humano más allá de la sociabilidad, incluyendo el tema de la continua transformación de las ciudades como esencialmente procesos auto organizados”. Con el tiempo nos percatamos, que idealizaciones y raciocinios brillantes tienen límites, entre lo edificado y la acción de sus ciudadanos, un ejemplo es el Plan piloto original para Brasilia. En julio pasado, caminando por tres días, descubrí la mítica idealización del urbanista Lucio Costa y del arquitecto Óscar Niemayer, que suele decirse “todo arquitecto debe conocer”, y ratifique sus virtudes espaciales muy contrastables con su realidad humana.

La ciudad moderna  no es ni una unidad orgánica como la ciudad medieval, ni genera entidades unidas de comportamiento como los planes renacentistas – barrocos.

Como varias de las notas anteriores corresponden al arquitecto danés Peter Bherrun, “el concepto de sociabilidad puede estar considerado en términos que lidian con tiempo en vez que con espacio, como es la evolución, cambio, trasformación, movilidad.., la sociabilidad es una serie de eventos continuos en el tiempo, lo cual es verdad”.

Dejemos en este punto el intento teórico, para concentrarnos en un proyecto que intenta ser parte de una ciudad.

Lo que escribimos es pos obra, recibimos un proyecto como encargo, de materializar un local institucional, Solydes en un Grupo residencial en Villa El Salvador.

Solydes es un proyecto de educación popular y transformación social.

Nos pidieron un informe justificativo más nos pareció más ilustrativo contar el proceso, sin ninguna pretensión decimos que quisimos  más que “un proyecto ejemplar” que pueda ser “un ejemplo como proyecto de equipamiento”, por su proceso y metodología.

Nos sentimos en la necesidad de planear alternativas, en una sociedad ausente de profesionales que trabajen con la comunidad, intentamos ser “Arquitectos descalzos” y practicar lo que sentimos y pensamos, generar mecanismos de diseño participativo.

Tratamos de alcanzar todas las fases del diseño, en el pre proyecto evaluar cómo se organizan y funcionan institucionalmente, vía entrevistas, observación; diálogos muy horizontales.
Continuamos como segunda fase, permanentemente con los anteproyectos arquitectónicos varios que elaboramos. Por lo menos cinco o seis propuestas; comentando y justificando la programación y mecanismos clásicos de diseño: relaciones funcionales, evaluar áreas y su expresión espacial.  Grandes debates, con todos los trabajadores de la institución, sesiones de media mañana sobre planos en papel o imágenes en perspectivas; indicación de colores, alturas, materiales.

Unas líneas importantes de la fase previa “hablar con El lugar”, medio Grupo residencial del modelo VES, frente a un parque, más otros bloque en diagonal; con un tema social trascendente, la inseguridad, como suele decirse “gente de mal vivir” como vecinos, lo importante para nuestro proyecto muchos niños / niñas de vecinos y equipamiento público importante muy cercano, colegios y estadio municipal. Escenario imaginado de un tercer piso como mirador,  con puntos focales importantes para el distrito.

Uno de los puntos social – espacial conversado con el equipo Solydes fue valorar la sociabilidad con el barrio vía el trabajo institucional,  era y es un punto clave, que genere participación y desvirtúe la idea de “barrio peligroso”.

Lo planeado y edificado tiene esas premisas: edificio abierto, que genere libertad espacial, integración con la plaza y la calle; transparencia en su materialidad que considere prácticas constructivas del lugar. Las celosías de madera y las bóvedas de ladrillo visto le dan calidez y pretenden dar el presente diario a los vecinos.

Cuando lo vemos, en plena construcción y a la hora de los acabados, destacamos su luminosidad en cada ambiente.  La luz como integrador y un valor con el que aprendemos el ser y el espacio.

El valor, esperemos sea así, de piloto como respuesta constructiva que puede ser apropiado como modelos constructivos por los vecinos y vecinas en sus futuras casas o en sus casas que crecerán con las familias.

Un conflicto quizás irresuelto es que sus parámetros rozan con el Reglamento nacional de construcción, por ejemplo el % de sus áreas libres; que depende del criterio de medición, donde las normas pierden su calidad de capacitar por el de represión. Siempre hemos sostenido que es mejor calidad que cantidad, de seguro los años y sus usuarios serán los mejores evaluadores de nuestras premisas.

Volumen, materialidad, espacialidad intentan cumplir nuestro ideal: Integrarse a la comunidad.

Los juicios, comentarios y críticas al edificio y su funcionamiento lo veremos en el tiempo, la tarea de espacio y materialización está presente.

“Aunque el proyecto arquitectónico del siglo XX constituyó un avance en el entendimiento espacial y social, sólo está acercándose a una colectividad material... La arquitectura moderna no es capaz de disolver opuestos iníciales, como figura / terreno, cuerpo / edificio, paisaje / ciudad o naturaleza / sociabilidad y aprovechar la sintética complejidad de las ciudades. Lo que se necesita es una estrategia de intervenciones dispersas reintegrando las instituciones y las ciudades, y esto no necesariamente podría ser encarnando las instituciones como edificios” (Peter Bjerrun).


El Presente artículo fue publicado en “Diario para un Estuche de Vida”, que forma parte del libro “Edificios y Ciudades. Seminario 2009” editado por la Universidad Católica en 2012, y contiene el ciclo de conferencias y charlas organizadas por la FAU-PUCP en Noviembre de 2009, sobre la relación entre los edificios y la ciudad.
Juan Tokechi es arquitecto por la Universidad Nacional de Ingeniería, con estudios de Maestría en Renovación Urbana por la misma universidad. Proyectista, académico e investigador, ha publicado diferentes libros y artículos sobre los fenómenos urbanos que se dan en nuestra ciudad actualmente, especialmente en el tema de los espacios públicos y la densificación urbana en los asentamientos humanos periféricos de Lima. Ha desarrollado varios proyectos de diseño urbano sobre todo en Villa el Salvador y es docente en la Universidad Ricardo Palma, en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y en la Universidad Continental de Huancayo.

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