Para este mes de Diciembre y como una forma de culminar este año 2015, he querido darle un espacio a la pintura, actividad a la que me estoy dedicando desde hace ya algún tiempo, por lo que me he visto obligado a escribir un artículo sobre este tema, pero siempre relacionándolo con la ciudad y el urbanismo. De esta manera, voy a tratar de explicar cómo se representó la imagen de la ciudad europea en la pintura a lo largo de los siglos dentro del género del paisaje, tanto en su evolución gráfica y estilística, como también en su significación simbólica, reflejo de los ideales sociales que se daban en cada periodo de la historia.
Durante siglos y antes de que apareciera la fotografía en
el siglo XIX, El paisaje fue uno de los temas favoritos de muchos pintores
europeos, rescatando la belleza de la naturaleza y de sus elementos, como
árboles, campos, montañas y ríos. A su vez, también se representaron elementos
artificiales como casas, poblados y villas, definidos como componentes aislados,
pero no poco importantes dentro de los paisajes campestres. Estas imágenes,
muchas veces idealizadas y con significados religiosos y sociales, empezaron a
graficarse en los murales de las villas y casas urbanas romanas del siglo I
d.c., especialmente en Pompeya, donde se dibujaban templos y villas mimetizados
en un paisaje rural. Estas pinturas, formaban parte de una composición más compleja
dentro de los murales, que incluían en algunos casos, dibujos que representan columnas,
entablamentos, nichos y ventanas, y en otros una simple decoración modular,
aunque algunas veces se mesclaban ambos estilos. Esto generaba una serie de
sensaciones como profundidad en los elementos graficados, cuyos efectos eran el
resultado de la aplicación de técnicas muy parecidas a la perspectiva. Esta
forma de pintura mural se le conoció como estilos Pompeyanos (1), que
definieron el arte pictórico romano entre los siglos II a.C. al I d.C. Si bien
las representaciones paisajísticas eran bastantes simples, en algunos casos se
ha podido encontrar frescos más complejos parecidos a lo que podríamos llamar
un paisaje urbano, como el caso de la pintura encontrada en el baño de la villa
Boscoreale, ubicada en la región de Campania al sur de Nápoles, cuya
composición tiene en un primer plano la entrada a una casa y al fondo una serie
de edificios, torres y templos ubicados de manera desordenada y compacta hacia
la izquierda del cuadro. Existen otros frescos parecidos en el Museo Nacional
de Nápoles, en la cual se visualizan imágenes de puertos o una vista del
anfiteatro de Pompeya con su contexto urbano (tal vez una de las pocas
representaciones graficas de un lugar real).
Paisaje urbano de la villa Boscorone. Foto Alethe en Wikipedia |
Fresco del anfiteatro de Pompeya. Museo Nacional de Napoles. Foto WolfgangRieger en Wikipedia |
Durante la edad media cristiana, el uso del paisaje en la
pintura es poco utilizada o casi inexistente, visualizándose como parte de un
todo en donde la representación religiosa de Cristo, la Virgen María y algunos
santos son los elementos más importantes de la composición. Sin embargo, en el
siglo XIII, el paisaje natural y sobre todo el urbano empieza adquirir cierta
importancia, con la introducción de una gráfica más realista y definida; uno de
los primeros representantes de este género es Giotto di Bondone, artista
italiano nacido en la región de Florencia, considerado uno de los iniciadores
del llamado prerrenacimiento y que utilizó en muchas de sus pinturas el paisaje
urbano (probablemente uno de los primeros en su tiempo); una de sus obras es la
“Expulsión de los diablos de Arezzo”, cuadro que forma parte de una serie sobre
la vida de San Francisco de Asís, en
ella se visualiza al santo fuera de las murallas de Arezzo, expulsando a los
demonios que van volando por los aires, la villa mencionada se representa con torres
de viviendas e iglesias, rodeadas de una gran muralla, graficadas de manera
compacta y con un perfil desordenado, mostrando una visión real del la ciudad
del medioevo, curiosamente a la izquierda, se grafica una gran iglesia, probablemente
la catedral o la iglesia de San Francisco de Arezzo.
La representación pictórica de la ciudad medieval se
produce justo en una época en que esta renace como el nuevo espacio de
desarrollo social y económico de la Baja Edad Media, y que coincide también con
el surgimiento de una sociedad burguesa dedicada a la actividad comercial y de
servicios, distinto al ambiente rural y feudal de la alta edad media. La
aparición de lo urbano y su importancia dentro de la sociedad europea de aquel
entonces se ve reflejado en la pintura de uno de los grandes artistas italianos
del siglo XIV, Ambrogio Lorenzetti, pintor de la escuela de Siena, en cuyos
cuadros representa un paisaje urbano con una orientación más civil y social, abandonando
el tema religioso, como los frescos que pintó en el Ayuntamiento de Siena, en
la que muestra una serie de alegorías relacionadas con el buen y el mal
gobierno tanto en la ciudad como en el campo; uno de esos cuadros, “Consecuencias
del Buen Gobierno en la Ciudad”, gráfica claramente una típica villa medieval
en toda su magnitud, y en la cual se visualiza dentro de la composición, un
perfil urbano desordenado pero compacto de viviendas con comercios, calle
sinuosas y grandes torres con balcones; sin embargo, en un primer plano se nota
una calle principal donde se da una escena urbana bastante intensa, viva y muy
costumbrista, gente comprando en las tiendas, caminando y conversando, algunos ciudadanos
bailando, otros van montando a caballo, en fin, una imagen que refleja una sociedad
ideal urbana, en donde el bien común y la idea de comunidad son los elementos
principales para que esta tenga éxito.
Con el Renacimiento, la pintura urbana tomó bastante
importancia, sobre todo a partir de la utilización de la perspectiva como
técnica fundamental en el diseño de la composición del paisaje, tratando de
representar las utopías políticas, sociales y urbanas que se estaban
manifestando en ese momento. Esta situación se origina a partir de la
importancia que se le dio al hombre a finales del siglo XV como centro de la
sociedad y al ciudadano como elemento fundamental de la vida urbana, lo que
llevo a desarrollar nuevas teorías sobre planificación, rescatando los tratados
de Vitrubio hacia la conformación de un modelo ideal de ciudad, en el cual el
orden y la visual hacia una plaza, monumento o edificio destacado era lo más
importante dentro de la composición. Un cuadro que representa claramente este
tipo de paisaje urbano es “Ciudad Ideal”, fresco ubicado en la galería Nacional
de las Marcas del Palacio Ducal de Urbino en Italia, y que es atribuido a
varios pintores renacentistas del Quattrocento, como Piero della Francesca o
Botticelli. Sin embargo, uno de los artistas que retrata este modelo de paisaje
urbano idealizado es Piero di Cristoforo, apodado el Perugino, que en su obra
“Entrega de las Llaves de San Pedro” ubicada en la Capilla Sixtina del
Vaticano, grafica una serie de edificaciones que consisten en un templete octogonal
en el medio y dos arcos triunfales a los costados, colocados de manera bastante
simétrica y perfecta, delante de estos edificios se visualiza una gran plaza en
la que se dan una serie de hechos relacionados con la historia de cristo, hacia
el fondo y acompañado a los edificios descritos, se ubican un conjunto de
elementos naturales como colinas, montañas y bosques, cuya coloración de azules
y verdes en degrade le dan un efecto de profundidad al cuadro.
Durante el Manierismo, a principio del siglo XVII, la
pintura del paisaje urbano continuó, en muchos casos se siguió usando los
fondos arquitectónicos y urbanos de manera simétrica. Esto lo podemos ver en
las obras del pintor francés Antoine Caron, en cuyas pinturas resaltan como
fondos los paisajes urbanos de una Roma idealizada como escenografía para los temas
históricos de la antigüedad clásica, como “Masacre del Triunvirato” donde se ve
claramente el Coliseo seccionado como elemento principal del escenario, los dos
arcos del triunfo a los costados, al igual que en la obra de Perugino, pero
mirándose frente a frente, y una serie de edificios alrededor de la gran plaza
donde se da la tragedia, como una gran escena de teatro, al fondo del coliseo y
en simetría con este, se visualiza el Panteón de Agripa, acompañado de un gran
obelisco, y hacia la izquierda, se ve el rio Tíber con el castillo de San Ángelo
al fondo. A pesar de que se le considera manierista, Antoine Caron es
probablemente uno de los iniciadores del clasicismo francés, debido a las referencias
que hace en sus pinturas sobre la historia y la arquitectura de la Antigua
Roma.
Paralelamente a lo que se estaba dando en Francia e
Italia, en España, un pintor que rompe con los modelos renacentistas es el
Greco. Su obra, se caracteriza por un estilo muy particular, libre y a la vez
complejo; definido por un eclecticismo que se construye a partir de la influencia
de varias escuelas pictóricas bizantinas e italianas, en la que alarga los
elementos de la composición. Un ejemplo de esto lo tenemos en “Vista de Toledo”,
en la cual observamos una imagen un poco deformada de la ciudad española, y en
la que se pueden apreciar los principales edificios como el Alcazar y la Catedral,
así como una parte del rio Tajo, la montaña donde se asienta la ciudad,
elementos de la naturaleza como arboles alargados, y un cielo de nubes cargadas
como si fuera a llover; la utilización de colores fríos y la forma como pinto
las nubes, con grandes manchas oscuras, le dan al cuadro un aire triste y tétrico.
La técnica pictórica utilizada en el cuadro, nos hace recordar más la pintura impresionista
de finales del XIX, por lo cual podríamos decir que fue un artista que se adelantó
a su tiempo.
En la Época Barroca, las manifestaciones pictóricas de los
paisajes urbanos se dan sobre todo en la pintura holandesa del siglo XVII, cuya
grafica se caracteriza por trasmitir una visión real, típica y casi fotográfica
de la imagen urbana, como el cuadro de Johannes Vermeer “Vista de Delft”, en la
que se puede ver un paisaje bastante detallado y proporcionado de la ciudad,
teniendo como primer plano el canal que rodea la villa, y más atrás las casas
con sus techos rojos de ladrillos, así como las torres de las principales
iglesias. Lo realista del cuadro en mención no es solamente como está definida
la composición si no los efectos que tiene, como el reflejo de la ciudad sobre
el agua, los detalles arquitectónicos de algunos edificios y las sombras y
juegos de luz que se muestran sobre todo en la torre de la catedral y los
edificios ubicados a la derecha del cuadro.
Paralelamente al Barraco, la pintura del Clasicismo se
impone en el sur de Europa, sobre todo en Francia e Italia. Heredera del
Renacimiento, este estilo rescata el arte de la antigüedad clásica, orientando
la gráfica de los paisajes urbanos a recrear ciudades romanas idealizadas
mimetizadas con grandes áreas rurales recreando escenas religiosas o
mitológicas; un ejemplo de esto lo vemos en la pintura de Claudio di Lorena,
pintor francés radicado en Roma y en cuya obra podemos ver además, vistas de
antiguas ruinas romanas; esto se refleja en su obra “El Campo Vaccino”, en la
cual se puede observar en primer plano, el campo que fue en otro tiempo el
antiguo foro romano, acompañan además en la escena los restos del templo de
Saturno a la mano derecha y el arco del emperador Séptimo Severo a la
izquierda, y como fondo las ruinas del coliseo; curiosamente esta es una de las
pocas obras de Lorena que muestra una vista real de la Roma del siglo XVII, no
solamente por el estado en que se encontraban las ruinas en ese momento, si no
por el uso al que se le daba a ese espacio, que por aquel entonces era un lugar
para el pastoreo de ganado y la realización de ferias (2)
Paralelamente al Clasicismo, se desarrolló una sub
corriente pictórica especializada solamente en el paisaje urbano, se le conoció
como Vedutismo, o Vedutta, género que se origina en Venecia y que tenía como
característica crear imágenes panorámicas de aquella ciudad, usando la
perspectiva como técnica fundamental. En ellas, se grafican una serie de
elementos arquitectónicos y paisajísticos, como los canales, las barcazas, los
muelles, la Plaza de San Marcos y el Palacio Ducal, entre otros sitios
importantes, dibujados de manera detallada y minuciosa, a manera de postales. Representantes
de este género fueron Luca Carlevarijs y Giovanni Antonio Canal o Canaletto.
Este último, tuvo una temporada en Londres donde también pinto una serie de
paisajes urbanos de la mencionada ciudad, como el “Puente de Westminster desde
el Norte el día de Lord Mayor”. Este estilo fue continuado por el sobrino de
Canaletto, Bernado Belotto, quien llevo la Vedutta a toda Europa, pintado los
paisajes urbanos de varias ciudades Europeas, como Varsovia, Viena y Dresde,
retratando de marera casi fotográfica y precisa, la imagen urbana de la ciudad
europea del siglo XVIII.
El Canaletto. Vedutta del Palacio Ducal de Venecia. Foto Giovanni Badoer en Wikipedia |
El Canaletto. El Puente de Westminster con la Procesión del Lord Mayor. Instituto Cultural Google |
Una derivación de la Vedutta fue el Capricho, cuya
característica principal era graficar de manera desordenada y arbitraria elementos
arquitectónicos imaginarios mezclándolos con edificaciones reales, como por
ejemplo las ruinas y vestigios arqueológicos romanos; ejemplo de esto lo vemos
en las obras de Giovanni Battista Piranesi, arqueólogo y grabador italiano,
cuyo trabajo se centró en representar las principales edificaciones y ruinas de
Roma, o recrear imaginariamente catacumbas y cárceles de manera compleja y casi
laberíntica, generando una sensación de misterio y terror, algo que influyo en
muchos géneros artísticos de los periodos posteriores, como el romanticismo y
el surrealismo.
Fuentes:
Fuentes:
(1) De los cuatros estilos
de la pintura romana, los tres últimos introducen la pintura del paisaje dentro
de la composición decorativa de los muros, e incluyen en algunos casos temas
urbanos.
(2) Bianchi Bandinelli, Ranuccio. “Introducción a la Arqueología”. Editorial Akal. 1992. Pag. 111
(2) Bianchi Bandinelli, Ranuccio. “Introducción a la Arqueología”. Editorial Akal. 1992. Pag. 111
Excelente!
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