He querido empezar este año 2016 continuando con el tema de la representación pictórica de la ciudad europea a lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX, justo en el periodo en que la fotografía comienza a remplazar a la pintura en la visualización del paisaje urbano.
A finales del siglo XVIII, la pintura del paisaje empieza
a perder importancia en el mundo artístico europeo, siendo remplazado por la
pintura histórica, género rescatado por el neoclasicismo, cuyos temas asociados
a la antigüedad clásica tenían mucha influencia cultural y filosófica de la
ilustración y las ideas de la revolución francesa. Más escasa fue aun la
pintura de paisajes urbanos, en la cual muy pocos autores le dedicaron su
atención. Tal vez uno de los pocos artistas que lo desarrolló fue Francisco de
Goya, cuyo estilo pictórico pasó del neoclasicismo al romanticismo, iniciando
de esta forma la era de la pintura contemporánea. Goya pinto en sus primeros
años en Madrid algunos paisajes de escenas rurales y costumbristas que formaban
parte de los llamados cartones para tapices del Palacio del Prado, y que
reflejan de alguna forma la vida de la sociedad española de aquel entonces. Uno
de estos cuadros fue “La Pradera de San Isidro”, pintado en 1788, obra
inacabada en la cual se visualiza desde la capilla de San Isidro, la pradera
mencionada en la que desarrolla una gran feria en honor al santo; en ella,
ciento de personas acampan, algunas descansan, otras están conversando y comiendo
amenamente; al fondo se puede ver el rio Manzaneares y asentada sobre unas
escarpadas colinas, el Madrid de finales del XVIII, cuya imagen urbana se
caracteriza por las torres y cúpulas de las principales iglesias, especialmente
se destaca la cúpula de San Francisco el Grande en un primer plano y más hacia
el fondo a la izquierda, el edificio del Palacio Real. Es interesante ver en la
composición el dinamismo y colorido de los primeros planos (la gente
conversando y riendo) frente a los tonos más tenues, serenos y estáticos del
paisaje urbano del fondo, que reflejan lejanía. Si bien el cuadro tiene mucha
influencia del rococó y el neoclásico de la pintura española, lo inacabado de
este y los trazos toscos y simples nos hacer recordar más a los impresionistas
del siglo XIX, por lo que podemos decir que Goya sin querer queriendo se
adelantó a su época. Es también importante ver como en este cuadro se puede ver
las costumbres y la cultura de la sociedad madrileña de aquel siglo en el uso
de los espacios públicos y recreativos que rodeaban la ciudad, sobre todo
cuando había fiestas y romerías en lugares santos.
Durante la primera mitad del siglo XIX, la pintura del
paisaje es retomada con gran fuerza por el romanticismo, que rescataba lo
espiritual, lo emocional y subjetivo del ser humano, haciendo que las pinturas
de este periodo ocasionaran estas sensaciones en el espectador que las veía.
Sin embargo, la producción pictórica estuvo más orientado a los paisajes rurales,
montañas y marinas que a la pintura del paisaje urbano. No es si no hasta
principios de la segunda mitad del mencionado siglo que esta empieza a
resurgir, en la época en que el impresionismo aparece como un nuevo movimiento,
en contraposición a las corrientes neoclásicas y románticas. El impresionismo
fue uno de los movimientos contemporáneos que más explotó el tema de ciudad en
la pintura, tratando de reflejar la vida de una burguesía europea ansiosa por
disfrutar de los espacios urbanos, como los boulevares, las plazas, los cafés,
lo parques y los barrios bohemios.
Uno de los primeros impresionistas que pintó paisajes
urbanos fue Eugene Boudin, cuyo trabajo al aire libre y en espacios abiertos
fue muy característico de los artistas de su generación; Boudin realizó una
serie de cuadros de algunas ciudades de Bélgica y Francia, utilizando trazos sencillos,
toscos y una mescla de colores espectacular; un ejemplo de esto lo vemos en “Trouville”
de 1864 y “Canal de Bruselas” de 1871, en el primero los colores son más vivos
y define claramente la forma del perfil urbano de los edificios sin ser muy
detallista en la decoración de las fachadas; en el segundo cuadro los colores
son más opacos, generando un ambiente más otoñal y frio, la perspectiva es
evidente, así como el reflejo de las casas en el agua del canal y el contraste
entre el colorido de los barcos y el fondo gris del edificio principal. Otro
pintor impresionista que explotó el paisaje urbano en su obra fue Camille
Pissarro, considerado como uno de los fundadores del movimiento impresionista. Pissarro,
pintó cientos de cuadros sobre imágenes urbanas del Paris del siglo XIX con
bastante detalle, sobre todo de los boulevares y plazas parisinas; en ellas se
puede visualizar claramente el uso de la perspectiva de manera perfecta, el
detalle de las arquitecturas y fachadas de los edificios, así como la intensa
vida urbana que se daba en sus calles. Sin llegar al detallismo de las Vettustas
del siglo XVIII y utilizando trazos simples y toscos, Pissarro logra retratar
con mucho realismo el Paris de aquel entonces, logrando pintar en algunos
casos, varios cuadros de un mismo lugar en diferentes épocas del año, como la
serie de pinturas del boulevard de Montmartre, en la cual se pueden ver escenas
de día, noche, invierno, verano o con lluvia. Por otro lado, la pintura de
Pissarro reflejaba también aquel Paris neobarroco que el Baron Haussmann había
creado algunas décadas atrás y que para entonces era el modelo de ciudad que estaba
de moda como ideal urbanístico de muchas sociedades en occidente.
Boulevard Montmartre. Camille Pissarro. Hermitage Torrent |
Boulevard Montmartre de Noche. Camille Pissarro. Galería Nacional de Londres |
Al finalizar el siglo XIX y dentro del movimiento
postimpresionista, el desarrollo de la pintura del paisaje urbano continua
dándose con menos intensidad que en el impresionismo, siendo Paul Cezane, uno
de los pocos artistas de esa generación que explota este tema en su obra.
Cezane pinta algunos cuadros de pueblos franceses, como “Vista de Auvers” de
1873 o “Paisaje en las Afueras de Paris” de 1876; en ambos, los trazos son
bastantes simples, no detalla muchos las arquitecturas y tiene mucha presencia lo
rural y lo campestre.
Vista de Auvers. Paul Cezanne, The York Proyect |
Paisaje en las Afueras de París. Paul Cezanne. Foto Cliff en Wikipedia |
Al iniciar el siglo XX y dentro de las distintas
corrientes vanguardistas que empezaron a surgir en aquellos años, podemos
distinguir algunos pintores que desarrollaron paisajes urbanos, como el
expresionista Egon Schiele; si bien su obra se centró más en explotar y
deformar la figura humana, sobre todo la femenina, también realizó algunos
cuadros de paisajes urbanos, como “Ciudad Muerta” de 1910, “La Pequeña Ciudad
II” de 1912 y “La Casa de la Curva” de 1915, en todas ellas, la arquitectura de
las casas es deformada y alargada, generando sensaciones de movimiento y
utilizando muchas veces, colores cálidos pero con tonalidades muy oscuras, como
en el caso de la “Ciudad Muerta” y la “Pequeña Ciudad”; en la “Casa de la Curva”,
el artista combina los colores cálidos con los fríos, generando un equilibrio y
una diversidad pictórica bastante interesante.
La Pequeña Ciudad II. Egon Schiele. The York Proyect |
La Casa de la Curva. Egon Schiele. The York Proyect |
Otro de los pintores que desarrolló una gran producción
pictórica enfocada al tema del paisaje urbano y que tal vez fue uno de los
últimos que la representó fue Maurice Utrillo, pintor francés de principios del
siglo XX. Utrillo, si bien está considerado dentro del expresionismo, en
realidad su pintura no se incluye dentro de una escuela o movimiento determinado,
ya que esta tiene influencia de muchas corrientes pictóricas como el impresionismo
y el cubismo; del primero podemos ver el impacto que tiene en su obra el estilo
de Camille Pissarro, sin embargo a diferencia de ese último, Utrillo pinta un Paris
más barrial, de calles angostas y pequeñas, rescatando la vida simple, cotidiana
y bohemia del barrio Montmartré, graficando sus iglesias y edificios
importantes, utilizando colores más pálidos, con tendencia al uso del blanco y
tonos pasteles, siendo en algunos casos bastante detallista en los marcos y
decoración de las ventanas, así como en el dibujo de las personas.
La Iglesia del Sagrado Corazon. Maurice Utrillo. Artes y Amor de Multher |
Place des Abesses. Maurice Utrillo. Siete Jeringas |
Finalmente, el surgimiento
de las vanguardias que desarrollaron la abstracción en la pintura y el avance
del uso de la fotografía en la representación gráfica durante la primera mitad
del siglo XX, hicieron desaparecer la pintura del paisaje rural y urbano. Sin
embargo, algunos pintores expresionistas continuaron desarrollando el tema del
paisaje en su obra como el italiano Renato Guttuso, quien pintó muchos cuadros
de pueblos rurales de Italia, utilizando colores muy cálidos y vivos, con una
composición dinámica y expresiva de los volúmenes, teniendo además una marcada
influencia del cubismo en su obra.
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