Las ciudades, al igual que los seres vivos, tienen una personalidad propia que las distinguen y las caracteriza; esa personalidad o identidad(es), se va formando a través del tiempo en el proceso de evolución urbana, la misma que se transmite mediante las imágenes que la gente percibe y capta, haciendo que cada persona tenga su propia visión de ciudad o que un grupo de personas construya su propio imaginario, constituyéndose así la memoria colectiva de un determinado lugar.
De esta forma, nos hacemos las siguientes preguntas ¿Qué
hace distinto Paris de Roma en cuanto a su conformación como ciudades?, ¿En qué
se diferencia Londres de Nueva York o Tokio? o ¿Qué elementos tienen Sao Paolo
que no tiene Lima o Ciudad de México? .Si lo llevamos a una escala más pequeña,
¿Por qué Barranco se diferencia de Miraflores o Pueblo Libre, distinguiéndose
la primera como el centro de la bohemia y la vida artística de Lima?. Para
responder estas preguntas, es fundamental tener en claro el sentido, el
significado y las características que tiene cada territorio o espacio urbano, esto
se ve reflejado en el Genius Loci o el espíritu del lugar, concepto que tiene
su origen en la mitología romana, y en la cual, determinaba que toda región,
poblado o ciudad tiene un espíritu protector.
La Idea de Genius Loci como una forma de entender el
lugar y percibir la identidad de la misma fue desarrollada por los arquitectos
Aldo Rossi y Christian Norberg – Shultz (1). El primero de ellos, Aldo Rossi,
en su libro “Arquitectura de la Ciudad”. Se refiere al locus como aquello que
simplemente no es un espacio natural, sino que es un espacio que pertenece a la
cultura, que la interpretación que puede tener de él está dada por la historia
que ha sufrido y la ha transformado. El lugar no es simplemente un espacio
compuesto por elementos externos al ser humano, sino que está hecho de la
manera como el humano lo ha vivido y vive, como lo ha mirado y mira, como se
integra, pertenece y es redefinido por él. En esta concepción el entendimiento
de región se convierte en una construcción móvil, con límites temporales,
abierta, que se recrea y recompone permanentemente. (2)
Igualmente, Norberg – Shultz en su libro “Genius Loci,
Toward a Phenomenology of Architecture”, propone una mirada fenomenológica al
lugar que toma como guía el pensamiento de Heidegger, y lo presenta como
aquello donde el ser humano mora a través de su existencia, poniendo de
presente sus horizontes de vida. De esta manera, el lugar cobra la dimensión
poética que le corresponde. (3)
De esta forma, el ser humano no está ajeno a los procesos
de construcción de la identidad y el sentido del lugar, sino que participa en
las mismas, produciéndose una simbiosis bastante interesante. Por un lado, el
hombre transforma y moldea un lugar según sus necesidades y cosmovisión, generándose
a su vez un sentido de identificación y permanencia, contribuyendo de esta
manera a la edificación de la identidad de lugar. Por otro lado, el hombre es
influenciado por el medio natural y artificial (rural y urbano) proceso en que
la percepción definida en la teoría de la Gestalt desarrolla un rol importante,
mediante el fortalecimiento del sentido de orientación y la noción del saber
dónde estás. Además, las vivencias, anécdotas y percepciones que cada ser
humano ha tenido en un lugar o varios lugares no solamente intervienen en la construcción
de sus imaginarios urbanos, si no que estos en su conjunto forman uno de los
elementos que determinan la personalidad y la identidad de cada persona.
Para que un lugar, en este caso una ciudad cualquiera,
tenga una identidad propia tiene que pasar por un proceso de construcción que
empieza con las características del territorio en la que esta asienta. La
geografía, es talvez el elemento básico en el desarrollo de la personalidad de
una ciudad, esta influye en su configuración urbana y el desarrollo social y
cultural de la misma; por ejemplo una ciudad como Cádiz en España, no tiene las
mismas características que Tuttlingen en Alemania. La primera es una ciudad
donde el mar juega un rol muy importante en su actividad económica, social y
cultural; además su imagen urbana, muy propio de las ciudades de la costa mediterránea,
denota que es una ciudad donde hace sol y calor casi todo el año, esto se ve
reflejado en una arquitectura muy compacta y en el color blanco de sus
edificaciones, que generan sombras y frescura; mientras que en las segunda, la
carencia de mar y su ubicación en zonas montañosas y de bosques, determinan una
personalidad distinta; su clima seco y frio, donde cae nieve en invierno y
llueve casi todo el año, genera una imagen urbana en la que los techos a dos
aguas bastantes pronunciadas y la arquitectura de madera y piedra es lo que la
define.
Otro caso curioso es el de Roma, la ciudad se forma sobre
un sistema de siete colinas en la rivera este del rio Tíber, su crecimiento
irregular fue una adaptación al territorio, en la que se aprovechó las cimas de
los principales cerros (los más cercanos al rio y al puerto que se formó en sus
orillas), el Palatino y el Capitolio, para poder fundar la ciudad en la primera
(4) y construir el principal centro ceremonial y religioso en la segunda. (5)
Además, algunas de estas colinas definieron muchos de los barrios que desde la
antigua roma hasta la actualidad forman parte de la organización y la identidad
urbana de la ciudad (como el Aventino, Celio, Esquilino y Campitelli), las
mismas que están también en la memoria colectiva de sus habitantes.
Maqueta de Roma en la época de Constantino. Museo de la Civilización Romana. Foto Notafly para Wikipedia |
Plano de Roma en la época de Constantino. Se puede ver el emplazamiento de la ciudad sobre las siete colinas. Mapsof.net |
Un caso peruano bastante interesante es el de Arequipa,
la ciudad se asienta sobre un extenso valle ubicado en una de las zonas más
desérticas del Perú, el valle se configura alrededor del rio Chili y un sistema
de torrenteras que llegan en forma diagonal y que nacen en las estribaciones
del sistema volcánico ubicado al norte y noreste (conformado por los volcanes
Misti, Chachani y Pichu Pichu). La parte cercana al cauce del rio es un poco accidentada,
por lo que Arequipa, cuya traza fundacional era bastante regular, se tuvo que adecuándose
a las torrenteras y a los antiguos caminos prehispánicos que existían antes de
la fundación, configurándose una ciudad bastante heterogénea y fragmentada cuyo
impacto en el valle ha sido bastante negativo para esta última. (6) Curiosamente,
los tres volcanes antes mencionados han marcado de alguna forma la personalidad
de la ciudad, no solamente por la imagen imponente que estas trasmiten como
fondo escénico en contraste con el perfil urbano de la metrópoli, sino porque
desde las canteras ubicadas en sus faldas, ha salido la piedra blanca de origen
volcánico, conocido como “sillar”, que sirvió para construir gran parte de la
antigua ciudad y por la cual merece el título de “ciudad blanca”.
Un segundo punto a considerar es el modelo o forma de
ciudad que se funda o aparece en el territorio y que puede adaptarse o no el.
Generalmente, las formas irregulares se adaptan bien a territorios planos
horizontales o a algunas pendientes, cerros o colinas (tenemos el caso del
cerro San Cosme o el Cerro San Cristóbal en Lima), mientras que las formas
regulares o en damero, se configuran mejor en territorios planos y horizontales.
De esta forma, el origen de la ciudad y adaptación al territorio es muy
importante, si está cerca de un rio, al mar o sobre una colina, si en su
fundación se tuvo una planificación regular o de otra forma, o simplemente surgió
de manera espontánea, como mucha de las ciudades medievales europeas, marcará de
alguna forma su identidad para el resto de su existencia. Por otro lado, la
ubicación de los principales edificios y plazas al momento de planificar la
ciudad y la definición de sus jerarquías y roles en el espacio urbano, determinaran
nuevos puntos de orientación en sus habitantes, contribuyendo a la construcción
de los distintos imaginarios urbanos.
Formas irregulares en el cerro San Cosme. ForosPerú |
Ensanche de Barcelona con la iglesia de la Sagrada Familia en primer plano. Ilivebarcelona |
La cosmovisión de una determinada cultura también van a influir
mucho en la organización y la identidad de una ciudad, la misma que se
desarrollará a partir de la analogía con la configuración y jerarquía del
universo, la relación entre el cielo y la tierra, entre el mundo de los vivos y
el de los muertos. En la cultura china por ejemplo, la capital de un país
representa el punto de transición ontológica entre el mundo divino y profano.
(7) La capital perfecta está en el centro del universo donde se encuentran las
zonas cósmicas del cielo y de la tierra. La orientación respeta los principales
puntos cardinales, así como su forma geométrica regular. La centralidad del
lugar representa el punto donde está la universal columna que une la tierra al
cielo y que mira la estrella polar. En el corazón de la composición está el
emperador, asociado a la estrella polar gran mediador entre la tierra y el
cielo. (8) La centralidad – Estrella Polar – Emperador seria el palacio imperial,
y alrededor de ella, de forma regular y casi radial se van formando los
diferentes barrios y calles de la ciudad, un ejemplo de esto lo vemos en
ciudades como Beijing en China o Kioto, en Japón.
Plano de Beijing en 1925. Wikipedia |
Plano de la trama urbana de Kioto. En la parte superior y en amarillo el palacio imperial. Wikipedia |
Finalmente, un tercer elemento importante es la historia
de la evolución urbana, los acontecimientos históricos, los factores externos
que la afectaron (desastres naturales, invasiones, guerras, etc), las
transformaciones que ella sufrió a partir de estas situaciones (la
reconstrucción de muchas ciudades europeas tras la segunda guerra mundial como
Rotterdam y Berlín), y las influencias externas que tuvieron sus habitantes de
distintos modelos urbanos que sirvieron para ir moldeando la personalidad
urbana (la influencia del Paris de Haussmann en Buenos Aires, Lima o Santiago
en el siglo XIX o el crecimiento de las periferias de muchas ciudades
Latinoamericanas siguiendo el modelo de los suburbios de la ciudades
Norteamericanas como los Ángeles o Miami), constituyéndose así una nueva
identidad o una suma o collage de identidades urbano arquitectónicas. Un
ejemplo de esto lo vemos en la descripción que hace el arquitecto Gustavo
Munizaga sobre el centro histórico de Santiago de Chile, “El Área Central se
constituye en una ciudad referencial en los tipos formales y en una ciudad
análoga en las funciones y significados. Así, el borde del Rio Mapocho, el
Museo de Bellas Artes, el Parque Forestal se unen en nuestros ojos como
referencias instantáneas a un Paris. La Iglesia de los Sacramentos, la Plaza
Almagro y los vendedores de libros en San Diego nos advierten equivocadamente
los rincones de Montmatre. El Epicentro de Santiago, la “City”, el corazón
financiero, las bocas del Metro, y los edificios más altos nos traen imágenes
de New York. El área de la Bolsa, la calle New York, podrían ser lugares de
Madrid, Londres o Buenos Aires. La Plaza de Armas, la Catedral, los edificios
que la rodean nos hablan de la Colonia, de la Plaza Mayor, del lugar de
fundación de Santiago, a través de la cual vinculamos la ciudad a otras
ciudades americanas de fundación española”. (9)
Fuentes
(1) García Moreno,
Beatriz. “Región y Lugar, Arquitectura Latinoamericana Contemporánea”. Centro
editorial Javeriano. Bogotá. 2000. Pag. 47
(2) Ibíd.
(3) Ibíd.
(4) El Palatino fue
durante la republica el barrio aristocrático donde vivían los patricios,
durante el imperio, se construyeron en su cima un sistema palaciego bastante
grande donde residieron los emperadores romanos.
(5) El Capitolio fue la
sede de los principales templos de la ciudad, en donde se daba culto a la llamada
“Triada capitolina”, Júpiter, Juno y Minerva
(6) Actualmente, el valle
del Chili está desapareciendo ante el crecimiento desordenado de Arequipa.
(7) Wang, Robin.
“Yingyang. The Way of Heaven and Earth in Chinese Thought and Culture”. Loyola
Marymount University. Los Angeles. 2002. Pag. 16-22
(8) Ibíd.
(9) Munizaga Vigil, Gustavo. “Estructura y Ciudad”.
Ediciones Universidad Católica. 1985. Pag. 123
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